jueves, 7 de diciembre de 2017

OBSTINACIÓN

     
  Un extraño suceso acaeció en aquellos tiempos marcados por la más oscura de las tristezas que jamás padeció ese pueblo. Dicen algunos que aquellos hechos no pasaron de ser los cuentos de la abuela y el mucho hacer de la superstición que dominaba a las gentes. Sin embargo, quedan suficientes referencias publicadas en diferentes medios y formatos que dan certeza y verosimilitud a todo lo acaecido.
No vale ir ahora autoproclamarse como liberadores, ni tampoco ir esquivando el destino porque ya no queda nadie a quien el silencio o el griterío pueda hacer el mínimo daño o, por lo menos, pueda sucumbir al intento. Por tanto, hay que caminar huyendo de cicatrices y silencios para poder, de una vez por todas, resurgir de entre las cenizas, renacer y enfrentarse abiertamente al juicio de la historia. La crueldad de aquellos individuos, la facilidad con que infringieron la muerte a cientos de miles de seres, la falta de sentimientos que les caracterizaba y definía, no puede borrar ni hacer desaparecer la cobardía de los gobernantes de aquellas tierras, ni la triste y vergonzosa colaboración mantenida con quienes, en principio y tal y como demostraron en el transcurrir del tiempo, eran sus mortales enemigos.
"Entraron por la fuerza en nuestro territorio sin que mediase provocación por nuestra parte ni declaración de guerra por la suya. En tres días ocuparon cuidades y aldeas haciéndose los amos absolutos de aquello que no era suyo, que no les correspondía y que tomaron y tuvieron solo por el derecho de la fuerza. Fue inútil, ¡cómo no!, que algunos cientos, o miles, o, tal vez, cientos de miles, nos organizasemos en un intento inútil de ir esquivando el destino y recuperar la libertad por la que nuestros antepasados habían luchado con tanto ahínco y durante tanto tiempo en una época todavía no muy lejana".
Esos pocos, no quisieron, en su tiempo, vivir aceptando el presente que les proponían, aceptando el estrupo de su vida que suponía la libre esclavitud a la que pretendían someterlos. Surgieron de su resistencia historias del alma, verdaderas heroicidades que permanecerán ya por siempre en los libros que hablen de su nación, en las mentes de sus gentes, y que serán transmitidas de generación en generación en un proceso implacable que condenará eternamente a aquellos malditos demonios de Marte, tan poderosos, tan creídos y confiados de sí mismos, de su poder y de su supremacía tecnológica y de raza que olvidaron  una de las máximas más ciertas que mantienen en pie la dignidad del ser humano.
Y es que cuando a un pueblo lo despojas de todo, lo hundes en la miseria y consigues que ya no tenga nada más que perder, buscará el modo, la forma de resurgir en la oscuridad, un nuevo horizonte hacia el que caminar para encontrar una ilusionante esperanza que le lleve a acabar con sus opresores, crear un futuro distinto para sus hijos y recuperar de nuevo el mayor de sus tesoros: la libertad.
Aquel pueblo, aún sumido en el horror y azotado por la barbarie, supo levantarse y luchar hasta arrojar a sus enemigos al mar  de la razón, a destruir las alambradas y derribar los muros de la soberbia, la represión y el holocausto. No. No son cuentos de vieja, ni de noches frente al calor de la chimenea. ni de supersticiones miedosas y exageradas. Es simplemente, el recuerdo de una realidad que hoy nos resulta increíble, más aún porque nos negamos a creerla.

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