jueves, 29 de junio de 2017

LA VICTORIA



El jinete galopa forzando al máximo su montura entre una nube de polvo que deja surcos en su cara, creados por el sudor y las lágrimas. No se permite el mínimo descanso. Debe llegar a la cuidad cuanto antes y dar la noticia al rey. Es al atardecer que llega desfallecido, a punto de desplomarse. Es conducido, de inmediato, a la presencia del rey que, desde que fue avisado de que un jinete se acercaba a galope tendido,  le espera ansioso en en salón  del trono. "Una gran victoria, señor. Una gran victoria. El ejército se reorganiza rápidamente preparandose ya para avanzar hasta la capital"
El rey, con el corazón queriéndosele salir del pecho y los ojos inundados de lágrimas, ordenó una gran fiesta que continuase hasta la llegada de los valientes. Durante unos días, el pueblo disfrutó, comió, bebió, bailó y celebró la noticia desbordado de alegría, renacido en una esperanza que hacía  olvidar a los soldados que habían dado su vida por salvarlos. Es al amanecer del quinto día que, entre una inmensa nube de polvo, el vigía divisa los pendones y estandartes del ejécito brillando al sol del amanecer.
¿Qué significa esto? -pregunta el rey el jinete que, días antes, le llevara la noticia.
Como os dije, majestad, fue una gran victoria y el ejercito vendría sobre la cuidad. Comprendo vuestro dolor al saber que se trata del ejército enemigo. ¿Qué podía hacer? Nuestra tropa fue masacrada en la batalla que era la última esperanza de salvación para nuestro pueblo. Rodeados de enemigos por el norte, el sur y el este, la victoria era la única salida que nos quedaba para subsistir,  pero no fue así. Pude deciros la verdad ¿para qué? De todas formas, vamos a ser exterminados sin piedad. El pueblo podía morir con angustia, dolor, desesperación... sin dignidad. De esta forma ha vivido unos días de esperanza, de gozo, de alegría y fiesta.
Hoy morirán. Pero muchos, la mayoría, ni habrán despertado de la orgía de placeres disfrutada y lo harán con una sonrisa en sus labios, con la luz de otro amanecer en sus ojos. Si, hoy morirán y nosotros con ellos. Descansen, descansemos, en paz porque nada quedará en la Historia que hable de este reino. Nuestro tiempo, más que terminar, deja de existir a partir de hoy. Se abrazaron como viejos amigos y juntos, con paso firme y la cabeza alta, caminaron para encontrarse con su destino junto al resto de su pueblo.

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