domingo, 7 de febrero de 2016

DOMINGO


Aquella mañana parecía diferente. El sol, que entraba por el ventanal, ya me miró mal. Pero no fue todo. Al salir de la cama, un pie se me enredó en la sábana y fui a parar, con huesos y todo, contra la cómoda que, a la razón del golpe que me pegué, de cómoda no tiene nada. A lo que voy…
Caí yo y cayeron del mueble los dos cuadritos y tofos los frascos de perfumes y afeites de mi señora esposa que se desparramaron por el suelo, por la sábana, por mi piel. ¡Menos mal que olían bien!
Al estrépito se despertó mi mujer con cara de susto que, naturalmente y a la vista de la escena, cambió a la hilaridad absoluta mientras estiraba de la sábana.
-¡Oye! ¡No estires! Jooooooo…
-Pero es que, ja ja ja, me quiero tapar.
-¿Taparte? ¡Cómo si no te hubiese visto nunca las tetas!
-¡Vaya! Yo lo hacia por ti. Para que no te “animases”.
Animarme dice. Estoy hecho un cuatro entre el suelo y la ” in”cómoda. El pie enredado en la sábana, no se cuantos frascos de colonia derramandose sobre mi y un golpe que me duele ni se donde…¡Para animarme estoy yo!
La miro. Está guapa a la luz del sol. Los labios abiertos por las carcajadas, los ojos brillantes, el pelo alborotado. Sus pechos se balancean al ritmo de la risa…glubb!
-Ven -le digo- Ayudame ¿no?
Se mueve hacia el borde de la cama y baja muy lentamente mirando donde pone los pies para no mojarselos con la colonia, hasta quedar de pie frente a mi cubierta solo por el pequeño triangulo de sus bragas.
Se inclina, coge mi mano y, en ese momento, yo me dejo caer hasta tumbarme en el suelo arrastrándola conmigo.
-Agggggghhhh… ¡Esto esta helado!
-Pero huele muy bien.
La coloco debajo mío y la beso en la boca con pasión.
-Uffffff… Veo que mucho daño no te hiciste. Espera. Creo que un frasco me está apretando en la tripa.
-Lo se. No importa. No es de cristal.
Arrastramos con nosotros la totalidad de la sábana. Apartamos cuadros, frascos… y allí mismo, en el suelo, impregnándonos la piel de los aromas de aquella mezcla de perfumes, hicimos el amor apasionadamente.
Pasado un tiempo, ya relajada, dio un salto.
-Me toca -dijo- recoge todo esto.
Y de una carrera entró en el baño corriendo el pestillo.
Salió con el pelo húmedo pero ya vestida.
-Duchate mientras preoapo el desayuno. Por cierto, no tienes paté.
¡Vaya! Me encanta desayunar paté pero ¡qué le vamos a hacer!. Entré en el baño. Me afeité, me metí en la ducha, me enjaboné… ¿queeeeeeeeeeé? ¡Joder! ¡Se ha apagado la caldera!. Me quité el jabón con agua fría. Me sequé friccionando bien fuerte para recuperar el calor, me vestí y con una sonrisa viendo el desaguisado de sábanas, ropa interior y botes revueltos, bajé a desayunar.
-Ya estoy -dije.
-¡Ah, cariño! ¿Sabes quién ha llamado? Mi madre. Que viene a comer.
¡Estupendo! El día, precioso, cálido y lleno de sol, seguía arreglándose. Salí al patio. El astro, superados ya los montes, seguía mirando hacia mi con, diría yo, una sonrisa burlona.
Pero no ¡Esto no iba a quedar así!
¡¡¡Feliz domingo!!!

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